Fitboxing

Hace unos meses tomé conciencia que había un par de kilos que parecían haber llegado para quedarse y que era necesario iniciar acción de desalojo lo antes posible: reducción de porciones (e insulina en forma acorde) y aumentar un poco la velocidad de las caminatas (caminadora con un episodio de Netflix todas las mañanas)…

Resultado: nada… ¡ni 100 g!

Definitivamente tenía que empezar a moverme más, pero todo lo que sea actividad física va en contra de mi naturaleza y tengo que hacer un esfuerzo consciente para que no me venza la comodidad. Buscando alternativas me topé con el local relativamente nuevo de Fitboxing y me atrajo que fuera algo distinto y que reunía algunos de mis requisitos básicos y fundamentales (que suelo exagerar y justificar): cercanía (250 m de casa) y amplia oferta horaria empezando temprano a la mañana.

Me inscribí en la clase de prueba y seleccioné el horario… Éramos 4 más el instructor: ¡parecía que todos juntos tenían la misma edad que yo!

Miedos: no me va a dar el cuero… esto puede ser un papelón mayúsculo… quién me manda meterme en esto…

Por las dudas le avisé al instructor que tenía diabetes y por su expresión me di cuenta que no sabía realmente de qué le estaba hablando, y obviamente no hubo mucho tiempo para explicarle porque estaba más concentrado en que me ponga las vendas correctamente para empezar la clase…

Acomodé mis provisiones de emergencia (jugo, pastillas de glucosa y barrita) medianamente a mano ya que aunque el horario coincidía con el pico máximo de glucemia casi 2 horas después de desayunar, con lo mañosa que es la diabetes no podía estar segura si seguiría las reglas o se le daría por jugar en contra.

El protocolo establecido manda medirse la glucemia antes de empezar, en el medio tiempo y al terminar la rutina… pero con los guantes puestos y tratando de seguirle el ritmo a la clase habría resultado imposible y agradecí una vez más el contar con el monitoreo continuo y la bomba de infusión que me permite mantener un ojo sobre la glucemia todo el tiempo.

Para mi satisfacción, logré terminar la clase sin mayores contratiempos, cansada y con la glucemia bajo control… ¡me dolían hasta los dientes!

1 comentario en “Fitboxing”

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