Semana de locos… Nada fuera de lo común justo antes de las vacaciones…
Ley de Murphy: Todo lo que puede ir mal, irá mal.
Mi versión personal: Todo lo que se puede complicar, se complicará.
En menos de 24 horas tenemos que tomar un vuelo, y lo único que he preparado son mis medicamentos e insumos.
Las prioridades y lo que parece importante va cambiando y madurando (¿?) con los años. A los 18-20 llenamos el bolso o valija con la ropa más linda que tenemos, lo que está de moda, lo que se usa ese verano… y obviamente mucho más de lo que realmente necesitamos para esos días de vacaciones. A los 40-50 también queremos vernos bien, pero el espacio de la valija debe distribuirse de acuerdo con otras prioridades y el sentido común suele prevalecer: agregamos un botiquín con básicos, productos de tocador, zapatos cómodos, un abrigo extra, etc.
Y cuando viajamos con diabetes, esas prioridades obligadamente se modifican: hay que asegurarse de tener todos los medicamentos e insumos que vamos a necesitar durante el viaje, y un poco más por las dudas… y recién entonces empezamos a pensar en el resto del equipaje y hacemos nuestras elecciones en función del espacio que queda disponible…
Mantener los horarios es otro desafío. Si viajamos en avión y atravesamos varias zonas horarias es literalmente imposible mantener una mínima semblanza de rutina. La compañía aérea suele ofrecer la opción de elegir menú vegetariano, o bajo en sodio, o bajo en carbohidratos, o kosher, etc., pero la realidad es que la comida del avión nunca es gran cosa y los menús especiales dejan mucho que desear. Allá lejos y hace tiempo alguna que otra vez he recordado pedir el menú vegetariano con suficiente antelación… ¡pero nunca me ha resultado! Y si a eso pretendo sumarle un menú bajo en carbohidratos que también sea vegetariano, puede resultar una misión imposible.
La solución para mí ha sido simplemente elegir la parte o partes del menú normal que mejor se adapta a mi nivel de glucemia en ese momento… Y nunca rechazar comida cuando es ofrecida, no importa el horario, ya que probablemente la siguiente comida tampoco coincidirá con mis horarios y ha llegado el momento de adaptarse a los nuevos horarios en el lugar de destino.
Entonces, cuando la sobrecargo pregunta: “¿Pollo o pasta?” Yo acepto con gusto la pasta recalentada y la acompaño con la mini ensalada, pasando de largo el postre o torta…
Excelentes consejos! con sentido común! lo haré en un próximo viaje.
Gracias!