Creo que nunca antes me había pasado, pero para todo hay una primera vez: me la olvidé en casa. No me olvidé la billetera o el documento o la ropa o la comida que me tocaba llevar… ¡me olvidé la diabetes!
Llegamos a destino, nos instalamos y cuando llegó la hora de la cena abrí la cartera para sacar el glucómetro, medirme y calibrar el sensor: ¡y no estaba!
Pensé que tal vez lo había guardado en el bolso con la ropa y los insumos de la bomba: ¡tampoco!
Como regla general, suelo salir de casa con el glucómetro en la cartera (a menos que sea una salida breve al almacén o la tintorería o similar), y si la salida incluye dormir afuera, también llevo el estuche con insulina y todos los insumos de la bomba (por si algo falla, aunque no toque cambiar nada). Pero tampoco había guardado ese estuche que siempre está preparado con todo lo que necesito, listo para llevar a cualquier lado a modo de kit de emergencia…
La situación estaba lejos de ser ideal, pero se podía resolver sin arruinarle la velada a nadie ya que tenía suficiente insulina en el reservorio, igual que un sensor que estaría activo dos días más… no podía calibrarlo y saltear una calibración no es aconsejable, pero siendo conservadora y prudente con las comidas tampoco era el fin del mundo.
Y no es que me olvidé la insulina O los insumos de la bomba O el glucómetro… ¡Me olvidé TODO!
Y esto me asustó y preocupó un poco: me había olvidado todo lo que se relaciona con la diabetes. Dejé los estuches en forma muy prolija y ordenada arriba de la mesita de luz esperando ser guardados en el bolso como tantas otras veces… pero siguieron esperando.
Tal vez fue el cansancio que arrastraba o el calor sofocante que no me dejaba pensar, o simplemente el subconsciente que decidió tomarse vacaciones de la diabetes sin avisarme… pero esta vez la tecnología fue mi aliada y la bomba de insulina y el sensor que llevo incorporados al cuerpo me permitieron resolver una situación que de otro modo nos habría obligado a cancelar nuestros planes y regresar a casa.
PRECIOSA, REALMENTE ESA PRIMERA VEZ EN QUE SE NOS OLVIDÓ LO NECESARIO, EN MI CASO EL GLUCÓMETRO, CREO MUCHOS LA HEMOS PASADO YA.
YO PUEDO DECIR QUE SIEMPRE ESA PRIMERA VEZ QUEDA EN UNO DE MANERA IMBORRABLE POR LAS CONSECUENCIAS QUE VIVE DE LA EXPERIENCIA.
PARA MI ESA EXPERIENCIA FUE TAN NEFASTA QUE HA SERVIDO PARA PODER DECIR A PARTIR DE ENTONCES «PUEDES SALIR DESNUDO Y NO PASA NADA, PERO EL GLUCÓMETRO CONTIGO SIEMPRE».
ME ALEGRA QUE HAYAS PODIDO RESOLVER LA SITUACIÓN FAVORABLEMENTE Y DE MANERA INTELIGENTE, CON EL MANEJO ADECUADO EMOCIONALMENTE DE LA SITUACIÓN, APARTE DEL MANEJO DE LA DIABETES EN SUS OTROS FACTORES.
ME HE CUESTIONADO AL RESPECTO, PUES OTRAS TRES VECES ME HA PASADO LO MISMO.
REALMENTE SE ME HA OLVIDADO QUE VIVO CON DIABETES, O SOLO ESTOY TAN ACOSTUMBRADA A ELLA QUE ME CONFIÉ PORQUE ERAN MOMENTOS DE TREGUA Y TRANQUILIDAD QUE EXPERIMENTABA? NO LO SÉ.
PERO LO QUE SI SÉ ES QUE HOY EN DÍA POR SUPUESTO QUE ES UNA CIRCUNSTANCIA TAN IMPORTANTE EN MI SER, QUE LA LLEVO COMO UN TATUAJE QUE «PUEDO SENTIR» CONSTANTEMENTE, AÚN SIN VERLO, AUN SIN TOCARLO….
«LA DIABETES ES ALGO TAN MÍO, COMO YO SOY Martha Eugenia TAN CON ELLA, … POR SIEMPRE»