Cuando hay ganas, se puede

A veces las cosas parecen salir perfectamente bien… a otros. Vemos lo que quieren o eligen mostrarnos y rara vez tenemos acceso a lo que tampoco elegimos mostrar nosotros. Vemos los grandes éxitos (o los grandes fracasos) y no vemos el esfuerzo, el tiempo y el empeño que se ha invertido para lograr esos resultados.

Muchas veces hablamos de “alineación de los planetas”, sin tener en cuenta que uno de esos planetas que parecen haberse alineado por un hecho fortuito o acto divino es el protagonista de la historia. Esa persona que ha logrado hacer una diferencia para unos pocos o para muchos.

Existen muchas ideas innovadoras, ideas que se quedan en el mundo de las ideas y no llegan a plasmarse nunca. Y existen otras ideas que encuentran eco y apoyo y terminan desarrollándose a pleno, para satisfacción y en beneficio de unos pocos o unos muchos.

En el mundo de la diabetes solemos concentrarnos en mejorar la calidad de vida desde lo médico, desde lo clínico, desde lo farmacológico, desde lo tecnológico… y pasamos por alto el bienestar emocional y las pequeñas cosas, sencillas y cotidianas, que pueden contribuir a ese bienestar.

Cuando nos alimentamos y nos vestimos acorde a la temperatura y época del año estamos cuidando nuestro cuerpo. Cuando visitamos un museo o admiramos la belleza de un árbol en flor estamos alimentando el alma, el espíritu, el interior… y los dos aspectos son igualmente importantes.

Pincharnos los dedos todos los días no es agradable. Para nada. Igual que inyectarse insulina, hacer actividad física, tratar de mantener rutinas y todo lo que hacemos para que nuestro cuerpo se encuentre lo mejor posible cuando vivimos con diabetes. Pocas veces prestamos atención a tratar de hacer más agradable todo aquello que no podemos modificar: llevar mi glucómetro y todos los accesorios en un estuche lindo y cómodo es un pequeño aporte para que la gestión de mi diabetes se sienta un poco menos pesada.

Lo mismo sucede con la bomba de infusión y la funda o pegatinas con que la adorno. Y si es importante para un adulto, mucho más para un niño pequeño. Irene ha logrado captar todo esto y mucho más con miMi para que los pequeños lleven su bomba en forma segura y protegida, al tiempo que cuentan con un compañero, su pequeño monstruito, que les inspira a cuidarlo y protegerlo.

Estoy un poco grande para llevar un miMi en la cintura cuidando mi bomba de insulina, pero los colores son de mis favoritos y me imagino con 7 años, con mi miMi a la cintura y me siento acompañada y feliz.

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