Definitivamente, cuando empezamos a usar la tecnología para gestionar nuestra diabetes nos volvemos seres “tecnología-dependientes”.
Tocaba cambio de sensor y en el proceso casi, casi tuve un ataque de pánico y crisis nerviosa en simultáneo.
Retiré el transmisor, lo limpié tratando de sacar todo el pegote de los adhesivos que uso para mantenerlo en su lugar, lo puse a cargar, entré a la ducha y di curso a la rutina usual… Carga de reservorio, inserción del nuevo set de infusión, inserción del nuevo sensor y a esperar que terminara de cargar el transmisor.
Para pasar esos minutos que quedan “colgados” suelo hacer revisión del estuche con los insumos y reposición de pilas, parches, toallitas húmedas, etc. Cuando terminó la carga, conecté el transmisor y volví a mi trabajo esperando que terminara el proceso de Iniciación (extraña traducción para Warm up)…
Hasta ahí, todo normal.
El tiempo que demora suele ser de 2 horas, pero a veces se inicia más rápido y después de un rato quise saber la hora estimada a la que tendría que calibrar para así acoplar el almuerzo y usar la misma medición para calibrar y calcular bolo (y evitarme un pinchazo).
¡Oh! ¡Sorpresa! El valor ISIG, que es la “señal intersticial”, estaba en blanco (o mejor dicho, 3 guiones) … y la batería estaba al 50%. ¡Muy extraño! Pero decidí no preocuparme en exceso, por lo menos por el momento, y retomé la traducción en la que estaba trabajando. Pero el ratoncito en mi cabeza empezó a dar vueltas en su rueda…
30 minutos después todo seguía más o menos igual, excepto por la carga de la batería del transmisor que había bajado al 20% y mascullé por lo bajo en vocabulario no reproducible pensando que tendría que desconectar al día siguiente para cargar de nuevo el transmisor… y eso nunca me había sucedido. El ratoncito en mi cabeza ya iba a velocidad supersónica…
Llegué a pensar que el universo me estaba cobrando la infracción cometida al haber reiniciado los últimos dos sensores y haber ganado un total de casi 8 días de vida útil. ¿Ridículo? ¡Totalmente! Aunque los sensores están habilitados para funcionar con precisión sólo 6 días, un amigo me había enseñado un truco y esos días extra significan que posibles fallas o despegadas futuras quedan cubiertas y es bueno tener un colchoncito con algún sensor extra por las dudas… ¡Tonterías que se nos cruzan por la cabeza para tratar de explicar algunas cosas!
Pero el trabajo y mi concentración habían quedado definitivamente suspendidos. Abrí el manual para releer las partes pertinentes buscando alguna posible explicación y/o solución. También busqué en un par de foros online. La conclusión era que el transmisor estaba fallando.
Y obviamente se cumplía la Ley de Murphy: viernes a la tarde y pronto no quedaría nadie en el Centro de Educación de Medtronic y sería imposible conseguir un transmisor de reemplazo. Tendría que volver al sistema de múltiples mediciones capilares, que no hubiera sido lo más terrible ni mucho menos, pero no tener mis valores en forma continua y a la vista significaba tener que suspender mi caminata porque es algo que hago sola y despertarme de madrugada para medir mi glucemia, entre otros inconvenientes menores…
Tic-tac… tic-tac… No había tiempo que perder: llamé a Medtronic e inmediatamente propusieron enviarme un nuevo transmisor en préstamo, mi marido estaba relativamente cerca y pasó a buscarlo y de esa forma pude pasar el fin de semana en paz. ¡Gracias infinitas al equipo de Medtronic que me atiende y me ayuda siempre que lo necesito!
La bomba no se hace cargo de la diabetes. Es simplemente una herramienta súper genial para ayudar a gestionarla mucho mejor. Y definitivamente prefiero contar con esta herramienta 24/7 porque no sólo hace muchas cosas mucho más fáciles, sino que me ofrece seguridad para poder dedicarme a mis actividades durante el día sin tener que preocuparme por una posible hipoglucemia que me haga fallar en mi trabajo o me exponga a un posible accidente en la calle, al tiempo que puedo dormir tranquila de noche y realmente descansar mejor…