Y por la cocina, ¿cómo andamos?

Frente al diagnóstico de diabetes muchos piensan: no se cocinar, ¿qué voy a comer?

Otros piensan: no se hacer comida para diabéticos, ¿qué voy a comer?

Y otros tienden a complicarse: ¿cómo hago para cocinar 2 comidas distintas en casa?

Pero “saber cocinar” no es algo que se estudia, simplemente se aprende observando y practicando.

Todos somos capaces de cocinar. No necesitamos ser expertos o chefs profesionales, o tomar largos y costosos cursos de cocina.

En la cocina cotidiana, todo lo que se necesita es buena voluntad, un poco de imaginación (a veces) y paciencia.

Para algunas cosas hay que seguir instrucciones precisas: si compro un mueble para armar, no me pueden faltar o sobrar tornillos porque eso significa que el mueble no está bien ensamblado (y no me va a servir).

La cocina no es una ciencia exacta: las recetas en los libros, revistas y, cada vez más, en Internet son simplemente un punto de partida. No son instrucciones fijas. Son una oportunidad para experimentar y ponernos creativos también. Algunos de los ingredientes en la lista se pueden remplazar y el resultado puede ser aún mejor que la receta original.

Si la receta dice que tengo que usar 4 zapallitos y en casa sólo tengo 2, siempre puedo intentar reemplazar los que me faltan con una berenjena grande, por ejemplo… y quien dice, tal vez mi plato queda mucho más sabroso que el original.

Aunque la cocina antes era territorio exclusivo de las mujeres y la mayoría de los hombres preferían pasar hambre antes que internarse en ese mundo, las costumbres van cambiando y los hombres cada vez cocinan más… ¡y lo disfrutan!

Creo que hay una sola cosa que no puede faltar en ninguna cocina: ¡ganas!

Nos podrá salir un poco mejor o un poco peor, pero con un chiquitín de organización no hay excusas para no comer bien, alimentarnos como corresponde y cumplir con el plan de alimentación.