Tratando de mejorar lo que comemos en casa…

Debo confesar que nunca tuve problemas de peso (¿o con mi peso?) y gracias a mi madre adquirí conocimientos generales para una dieta equilibrada. En casa de mis padres existía un equilibrio en la ingesta de carbohidratos, proteínas y grasas que mi madre organizaba semanalmente incorporando gran variedad de alimentos, incluyendo frutas y verduras. Pero yo nunca fui muy amante de la carne y cuando vine a Buenos Aires a estudiar dejé de comerla con lo que pasé a un modo de vegetarianismo basado más en mis gustos personales que en una cuestión filosófica.

Pasaron los años, me casé, tuve hijos y llegó un punto en que me di cuenta que en casa se comía aburrido y no siempre en forma adecuada. ¿Qué hice? Muy simple, pedí turno con una nutricionista y le pedí ayuda para armar menús que cumplieran con los requerimientos de mi familia en ese momento: una niña pequeña, un adolescente, un marido hipertenso y yo (vegetariana). La profesional se limitó a sacar una fotocopia, anotar las calorías que yo debía ingerir e indicarme una dieta para bajar de peso. ¡Fracaso total!

Lo intenté de nuevo, y otra vez, y una vez más, y el resultado fue exactamente el mismo… Evidentemente el grueso de los pacientes acude a estos profesionales para bajar de peso y me hice de varias fotocopias con instrucciones de ingestas y contenido calórico: distinta tipografía, algunas pequeñas variantes en contenido, pero básicamente la misma fórmula. ¡Qué frustración! De más está decir que le pedí una mano a mi madre…

Poco después llegó mi diagnóstico. Y el peregrinaje empezó de nuevo, esta vez concentrada en aprender el delicado equilibrio que debía lograr para manejar mi diabetes lo mejor posible. La búsqueda fue infructuosa. Volvieron a aparecer las fotocopias y la frase mágica: “contenido calórico”.

En una ocasión, al ver aparecer la consabida fotocopia, le recordé a la profesional que yo era vegetariana y le aclaré: “no como carne de ningún animal”. Su respuesta: “Tiene que comer carne”… Yo insistí y ella también: “Tiene que comer carne”… Decidí cambiar el enfoque y le pregunté cómo podía sustituir las proteínas de la carne y mantener una ingesta que me permitiera manejar mi diabetes. Insistió: “Tiene que comer carne”… Le agradecí por su tiempo y me fui.

 

http://www.diabetes.org/es/alimentos-y-actividad-fisica/alimentos/planificacion-de-las-comidas/plan-de-alimentacion-para-la.html

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Scroll al inicio