Salí del edificio de oficinas después de entregar una traducción y empecé a caminar rápido hacia la parada del colectivo, apurada como siempre, cuando me di cuenta que no tenía que llegar a ningún lado.
Esa tarde no hacía ni calor ni frío, el sol brillaba y no tenía nada urgente ni pendiente… ¿A dónde iba tan apurada?
De golpe me encontré con un par de horas libres y me pareció buena idea volver a casa caminando. Y opté por el camino más largo, pero “con más aire” por Alem y después Libertador… Bajé un cambio (o dos) y empecé a mirar los edificios, la gente, los árboles, los balcones y ventanas y pensaba: Si yo estuviera de visita en Buenos Aires, si fuera turista por unos pocos días, ¿cómo vería todo esto?
Y me di cuenta que donde nosotros vemos lo que no funciona o podría estar mejor, el que viene de visita ve la hermosa arquitectura, las amplias avenidas, los espacios verdes, los balcones llenos de plantas…
Cuando miramos las planillas con nuestras mediciones, vemos todos los valores “fuera de rango” y pasamos por alto la gran cantidad que sí están dentro de los parámetros.
Nos levantamos con 160 (o más) y nos dan ganas de revolear el glucómetro contra la pared y mandar todo al diablo. Pero no recordamos que ayer y anteayer nos levantamos con 92 y 84…
Cuando vamos al control con el médico, cargados con nuestras planillas, resultados de análisis y expectativas y nos dice que vamos muy bien, muchas veces no le creemos.
¿Nos estamos saboteando? ¿Nos exigimos demasiado? Los fantasmas acechan a la vuelta de la esquina y a veces sentimos que caminamos en penumbras…
Pero la tarde está hermosa, el sol brilla y se refleja en los cientos de ventanas de los edificios que bordean la avenida que se pierde en el horizonte. Observo y disfruto todo lo lindo que mi ciudad tiene para ofrecer y paso por alto el semáforo que no funciona y el bache en el asfalto que hace que los autos se desvíen un poco pero sigan su camino.
Tengo diabetes. No puedo hacerla desaparecer. Algunos días son mejores que otros y siempre va a ser así. Pero aquí y ahora estoy haciendo las cosas bien y, aunque tal vez algunas cosas podrían estar mejor, es mejor concentrarse en lo bueno y disfrutar lo que la vida ofrece aquí y ahora.