– ¡Ma! ¿Me podés ayudar con esto?
– Dame un minuto que me mido y te doy una mano.
Terminé de trabajar por el día y la cena está casi lista… Es hora de medirme y calcular insulina. Si estoy alta mejor inyectarme ahora, si estoy en rango puedo esperar 10 minutos…
Es parte de la rutina y toma unos pocos segundos. Sacar la tira reactiva y ponerla en el glucómetro, pincharse el dedo (yo trato de no repetirlos) y poner la gota en la tira, esperar 5 segundos y anotar el resultado. Descartables a la basura y glucómetro a su estuche. ¡Listo! ¿Cuánto tiempo toma? ¿30 segundos? Eso es todo.
El número que arroja el glucómetro es la base para calcular la cantidad de insulina que se necesita, si hay que sumar alguna unidad de corrección a la cantidad que corresponde a la comida que vamos a consumir y el momento en que deberíamos inyectarnos (X minutos antes de empezar a comer). Pero hay mucho más.
A veces tratamos de evitar o demorar medirnos para no tener que enfrentar el resultado. Sabemos que estamos altos y queremos evitar confirmar y confrontar el número que nos escupe el glucómetro y que nos obliga a aceptar que hemos fallado. Otras veces sabemos que estamos bajos y es más fácil recurrir al vaso de jugo o la galletita que confirmar lo que ya sabemos (o creemos saber). Medirnos no es simplemente una serie de acciones ajenas a nuestras emociones. Muchas veces tenemos que forzarnos a superar esa barrera emocional y tratar de evaluar el número en forma objetiva y no como el reflejo de nuestro valor como personas. El número no nos define. Es simplemente un dato más que tenemos que tener en cuenta para manejar nuestra diabetes. Nada más.
Sin embargo la respuesta emocional siempre está presente. 100: orgullo por estar en rango; 57: preocupación y temor; 289: culpa… Los números no son simplemente datos: son la respuesta a lo que hice o no hice. Pero la realidad es que mi cuerpo no produce insulina, y eso es algo que no puedo controlar. Aunque a veces me cueste, medirme es lo que me permite tomar las mejores decisiones. Saber dónde estaba y dónde estoy ahora es lo que me permite saber a dónde voy. Me encantaría ver siempre valores en torno al 100, pero me conformo con que sean mayoría.
Y esa acción mecánica que incorporamos en nuestra rutina diaria como “algo más” y que los demás ven como algo tal vez molesto pero sencillo, tiene una carga emocional muy grande que pocas veces asumimos y que generalmente guardamos en algún cajón y seguimos avanzando…