Son los amigos de casi toda la vida, los que nos han visto en nuestros mejores y en nuestros peores momentos. Son de fierro. Son los que nos dan un abrazo “porque sí” porque nos leen como si fuéramos un libro abierto. Son los que guardan silencio y simplemente se sientan a nuestro lado cuando tal vez nos merecemos un buen tirón de orejas. Son los que nos mandan un mensaje cuando leen una nota sobre un nuevo tratamiento o dispositivo para la diabetes. Son los que recuerdan cuál es nuestro plato favorito o lo que nos gusta tomar con la cena.
Tengo la buena fortuna de tener grandes amigos que ya sea preguntando o simplemente observando han aprendido lo que tengo que hacer para manejar y controlar mi diabetes. Me han visto medirme, inyectarme y esperar que pasen esos 15 o 30 minutos que necesito ese día para empezar a comer. Son los que me ponen un vaso de Coca o unas galletitas en la mano cuando notan que estoy baja. Son los que siempre ofrecen algo “extra” (o directamente ponen el contenido de la heladera y las alacenas a mi disposición) cuando nos invitan a cenar, plenamente conscientes de mis “particulariedades” en lo que hace a la comida. Han aprendido y se han preocupado por hacerme sentir cómoda, a veces hasta más que la propia familia…
Y a veces hasta me hacen emocionar, como sucedió hace unas semanas en el cumpleaños de un amigo. Todos cocinan super bien en esa familia y para la ocasión las hijas se hicieron cargo de todo como si fuera un servicio de catering contratado. La presentación de los distintos platos y los sabores estuvieron impecables y los dulces no fueron la excepción: un despliegue de tortas y postres que sólo se suele ver en fiestas de casamiento… y me acerqué a chuzmear aunque no pensaba comer nada…
Y Paz me trae un plato y me dice: “Esto es para vos. Lo saqué de tu blog.”
Revolución de sensaciones y sentimientos. Esta señora que tengo delante y que conozco desde antes que nacieran mis hijos me emocionó hasta las lágrimas (que guardé para no exagerar)… me di cuenta que esa costumbre chilena de mi infancia cuando los amigos de mis padres eran mis “tíos” había dado una vuelta completa y yo sentía a estas hijas de amigos como sobrinas, sin lazos que nos unan más que los de la amistad…
A veces lo damos por sentado y pocas veces les agradecemos por ser y por estar: ¡GRACIAS AMIGOS!
Ana, me emocionaste hasta las lágrimas.
Si, los tíos que eran los amigos de nuestros padres y hoy nosotros, que pasamos a ser los tíos de los hijos de nuestros amigos, me emociona, me llena de orgullo por el afecto.
Te doy las gracias por haber escrito algo TAN hermoso.
Beso grande.
QUERIDA ANA, CUANDO UNO TIENE DE ESOS AMIGOS, POR SUPUESTO QUE SON UN TESORO.
Y SIENDO UNA BENDICIÓN SE AGRADECE, Y COMO DICES MUCHAS VECES HASTA LAS LÁGRIMAS CONTENIDAS.
EN CASA, MI FAMILIA SABEN QUE VIVO CON DIABETES, PERO DE ESOS DETALLES UNO QUE VIVÍ CON UNA SOBRINA FUE MUYSENSITIVO.
MANDA UN MENSAJE A LA FAMILIA DICIENDO QUE PARA FESTEJAR SU CUMPLE (ERA ENTRE SEMANA) HABÍA PASTEL Y CHOCOLATE EN SU CASA.
FUIMOS LLEGANDO LA MAYORÍA DEL TRABAJO, Y EFECTIVAMENTE ESO ERA LO QUE HABÍA, AL SENTARME A LA MESA ELLA SE ACERCÓ Y ME DIJO: TIA ESTO ES PARA TI. ERA UN PLATO CON TROCITOS DE QUESO Y VERDURAS. COMO AGRADECÍ ESA MUESTRA DE CARIÑO.