Buchona: palabra del lunfardo criollo que todos conocemos: acusadora, delatora; informante de la policía…
Con la diabetes vienen un montón de palabras nuevas que vamos incorporando al vocabulario cotidiano y pasan a ser (junto con lo que traen aparejadas) parte de nuestra vida: glucemia, hipoglucemia, hiperglucemia, hemoglobina glicosilada, carbohidratos, índice glucémico…
La mayoría anota en un cuaderno o una planilla los valores diarios de glucemia como si fuera la tarea escolar y los llevamos puntualmente al médico cuando nos toca el control, muchas veces con sentimientos encontrados. Es una de las tantas cosas que nos hace sentir que estamos rindiendo examen en cada consulta, y a veces nos llevamos el chasco de esperar una buena nota y no recibirla.
Otras veces sabemos que no hemos hecho las cosas del todo bien y simplemente “emprolijamos” un poco los números para que no parezcan tan terribles, pero plenamente conscientes de que estamos haciendo trampa.
Y ese es el momento del “examen sorpresa” o la “inspección imprevista”: tenemos la orden de laboratorio para hacer la hemoglobina glicosilada (HbA1c o A1c): nos pescaron in fraganti. Estamos en el horno…
Aunque nos tomemos nuestro tiempo y encontremos excusas para no ir a sacarnos sangre, no queda otra que hacerlo y esperar a que la buchona abra la boca para que nos caiga encima todo el peso de la ley: no hay forma de alterar los resultados y ese 7.5%, 9% o 10.7% nos manda en cana seguro.
A veces la prueba trimestral es el momento de lucirnos con la maestra: hicimos todo al pie de la letra, ninguna transgresión, todo impecable y salimos del laboratorio con un reluciente 6.3% o un brillante 5.8%.
Pero como tantas otras cosas que hacen al manejo y control de nuestra diabetes, también el resultado puede ser relativo ya que podemos tener un hermoso 5.7% que en realidad se debe a muchas hipoglucemias en torno a 40 y muchas hiperglucemias en torno a 300…
Y también puede pasar que en épocas de transición (por ejemplo, nueva medicación o dosis o tratamiento) o ajuste (logramos evitar las hipoglucemias, pero las hiper todavía nos eluden), la buchona nos sorprende castigándonos con un resultado que no refleja nuestro comportamiento y adherencia al tratamiento.
Los niños, los borrachos y la hemoglobina glicosilada siempre dicen la verdad.
¿Será cierto este viejo adagio que ha sido adaptado por la comunidad de los que viven con diabetes?
Qué buena metáfora!!!Gracias Anette
Feliz dia de la Bandera!