Pasaron 10 meses para corregir el diagnóstico y empezar a recibir el tratamiento adecuado desde el punto de vista médico para mi diabetes tipo 1. ¿Era realmente necesario que transcurriera tanto tiempo? ¿No hubiera sido más sencillo (especialmente para mi) hacer otro análisis de sangre y la medición de péptido-C para corroborar el primer diagnóstico?
Con el tratamiento supuestamente encaminado, me di cuenta que en lugar de respuestas lo único que tenía eran preguntas.
Busqué información en Internet, ese maravilloso medio que nos acerca a todo pero que ofrece taaantaaaa información que apabulla. Leí, leí y leí… Mi lista de favoritos en el navegador creció y creció tratando de encontrar o establecer cierto orden… Pero empecé a observar que una gran parte de la información estaba orientada principalmente a profesionales de la salud, con lenguaje técnico y muchos datos.
Y nosotros, los pacientes, ¿qué hacemos?
Durante la consulta con el médico no hay tiempo para muchas preguntas: hay que ver los resultados de los análisis, las planillas con los números del auto monitoreo, controlar el peso, la presión arterial, ajustar alguna dosis… Las preguntas se van apilando y no hay respuestas a la vista.
Seguía “investigando” pero todo lo que encontraba era básicamente lo mismo. Empecé a buscar información en otros idiomas, principalmente en inglés, pero también en francés e italiano, y me di cuenta que en otros países hay mayor participación de las personas con diabetes (PCD), que son consideradas parte del equipo que cuida de su salud y que existe una comunidad en línea que ofrece apoyo, orientación en la búsqueda de soluciones a los problemas cotidianos y la posibilidad de compartir experiencias.
Quería encontrar algo como lo que se describía en tantos artículos que había leído. Después de mucho insistir con el tema, el médico extrajo (no fue fácil) un papelito que estaba medio enterrado entre otros: ¡Sanofi-Aventis ofrecía información y talleres!