Amigos de lo ajeno

Mi hermana que llega de sorpresa un par de días antes de mi cumpleaños aprovechando que estaba por trabajo en Brasil y hace un viaje relámpago a Buenos Aires.

Libero mi agenda (o pospongo todo lo que puedo) y salimos a almorzar y después al shopping a ver si puedo comprarme unas botas como regalo de la familia.

Caminamos el shopping de punta a punta y de arriba abajo tratando de ponernos al día con la charla. Al ser día de semana el teléfono de mi hermana suena varias veces y tiene que tomar algunas de las llamadas (en inglés o francés siempre), pero como el día laboral en Suiza estaba llegando a su fin en un rato estaríamos más tranquilas.

Nos sentamos a tomar un café, dándole a la lengua sin respiro, hablando de todo un poco como suelen hacerlo las hermanas, y realmente la estaba pasando muy bien.

Decido volver a un par de locales a probarme botas y cuando estoy en eso el teléfono de mi hermana vuelve a sonar. Esta vez es una de sus hijas con un problema en la casa. Cara de preocupación de mi hermana. Escucho la mitad de la conversación tratando de entender lo que pasa y me distraigo.

Manoteo la cartera para pararme y ¡no estaba!

¡No puede ser! ¡Estamos en un local donde no hay casi nadie!

Salgo disparada por la puerta (calzada con las botas que me estaba probando) y me topo con uno de seguridad. Preguntas que van y vienen, pero mi cartera se ha hecho humo con todo su contenido: billetera (casi sin plata), tarjetas, documento, lentes de sol, lentes de lectura, celular, llaves, algo de maquillaje… ¡Glucómetro, tiras reactivas, insulinas, registro de mediciones, lancetas, agujas!

Haber perdido todo lo que las mujeres generalmente llevamos en la cartera era un garrón pero no eran más que trámites que tendría que hacer y tiempo que tendría que perder.

No tener los elementos necesarios por mi diabetes era lo que más me angustiaba. Aunque todo eso era fácil de reponer (menos el registro de mediciones), la sensación de total indefensión y vulnerabilidad fue difícil de superar.

1 comentario en “Amigos de lo ajeno”

  1. Uy! Me re acuerdo de ese dia! Que frustracion que todo el mundo lo tomaba como lo mas normal del mundo, que alguien partiera con lo ajeno y a nadie (incluyendo la gente de seguridad que se supone que les pagan por esto) pareciera interesarle…
    Las carteras llevan mucho mas que plata y documentos… El que se las lleva lleva tambien medicamentos, fotos (de las viejitas), recuerdos…
    Que no se lleven tambien la indiferencia!!!

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